¿Cómo afectan los cambios de hora a los más pequeños?

Como cada año, ha vuelto a ocurrir: volvemos al cambio horario para ahorrar energía. Esta variación de adelanto o retraso de 1 hora se realiza cada primavera y otoño con el fin de reducir el consumo global de energía, haciendo coincidir el comienzo de la jornada laboral con las horas de luz natural. En la actualidad unos 70 países de todo el mundo optan por tomar esta medida de ahorro. En la Unión Europea el cambio de horario está debidamente regulado.

Según los expertos, adelantando una hora el reloj se aprovecha mejor la luz natural y se reduce el gasto energético. Hay quienes piensan que el ahorro es mínimo y que realmente no merece la pena. Pero el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) cifra en un 5% el ahorro en iluminación entre un cambio horario y otro.

Hasta ahí todo son beneficios. Pero, ¿cómo afectan estos cambios a la población? Y sobre todo, ¿cómo afecta a los más pequeños?

El cambio horario afecta a todas las personas, aunque no de la  misma manera. Digamos que en una escala del 1 al 3 los que menos notamos el cambio (1) somos los adultos. La gente mayor lo advierte en mayor medida (2) y la incidencia de mayor intensidad (3), la sufren nuestros peques.

¿Cómo explicarle a un niño que en un momento determinado tiene que dormir una hora menos y adaptar todos sus horarios a la nueva situación? Dependiendo de la edad y grado de madurez, el niño lo entenderá o no.

Su reloj biológico se verá alterado y puede que este hecho provoque trastornos en las horas de sueño. Aunque se trata tan solo de 1 hora de diferencia, el cambio es suficiente para alterar los patrones y rutinas establecidos que tanto tiempo nos ha costado conseguir.

Un niño con sueño y cansado es una verdadera prueba de resistencia para los padres. Su irritabilidad está por las nubes, no presta atención y está desanimado o cansado. A la hora de irse a la cama tiene que acostarse en un momento del día en que todavía hay luz solar. Se desorienta y la calidad del sueño no es la misma.

Y ¿qué ocurre a la hora de la comida? El niño sigue con su horario natural y su apetito no entiende de horarios de verano o invierno.

Tras este momento de incertidumbre para el niño, se precisa un periodo de adaptación a la nueva situación, en casa y en su centro infantil. Cada niño es un mundo y su etapa de adaptación es diferente.

La Asociación Española de Pediatría recomienda tomar una serie de medidas ante el cambio de hora. Unos días antes hay que ir adelantando o retrasando (dependiendo de si el cambio es el de primavera o el de otoño) la hora de irse a la cama y la de levantarse, así como la de las comidas, unos 15 minutos. Es conveniente ir acostumbrando a los pequeños al nuevo horario de forma gradual. De esta forma, el día que se produzca el cambio, sus ritmos estarán adaptados a la nueva situación.

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