Las navidades son épocas de excesos en todos los sentidos. En pocos días los pequeños reciben más juguetes que en el resto del año: Papá Noel, Reyes Magos… y no digamos si además es su cumpleaños, o llegan los padrinos o los abuelos a visitaros…
Los expertos opinan que el exceso de caprichos y regalos es contraproducente para el desarrollo infantil. Entre otras cosas, porque los niños acaban pensando que eso es normal y no dan importancia al esfuerzo y el trabajo que cuesta comprarlos. Además dejan de lado otros valores como la generosidad, el compartir o la austeridad.
Es preciso establecer límites y entender que los juguetes son un instrumento educativo que se regala en fechas especiales, no una forma de demostrar status social o de compensar al niño por otras carencias, como por ejemplo, pasar más tiempo con sus padres.
El exceso de juguetes perjudica la maduración personal ya que a la larga los niños se vuelven dependientes, insaciables e insatisfechos. Si el pequeño se acostumbra a recibir todo lo que pide, no apreciará su valor y siempre querrá el juguete que no tiene.
El afán por amontonar juguetes puede llevarlos a padecer el síndrome del niño híper regalado: acabar convertidos en seres avariciosos, intolerantes, caprichosos y egoístas.
Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a los niños el valor de las cosas y a que disfruten de lo que tienen.
Cómo elegir un regalo
- Pregunta a tu hijo qué regalo le hace realmente ilusión. Pide que haga una lista de varios juguetes y elige entre ellos.
- Elige juegos creativos, que fomenten la socialización y la imaginación.
- Evita las tablets, la play y la consola en niños pequeños. Aunque están de moda, siempre deben usarse bajo vigilancia y durante espacios de tiempo reducidos.
- Compra juguetes educativos que fomenten la creatividad y la imaginación sin dejarte influir por la publicidad. Muchos de esos juguetes pierden interés nada más sacarlos de la caja porque no cumplen las expectativas del niño.
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