Las pesadillas y terrores nocturnos son casi inevitables y normales en determinadas fases del crecimiento del niño. Suelen aparecer entre los 3 y 5 años y poco a poco tienden a desaparecer. Por lo general, suelen ser situaciones que no revisten importancia pero que pueden llegar a convertirse en un auténtico problema.
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¿Son lo mismo las pesadillas que los terrores nocturnos?
Muchos papás que acuden a nuestra guardería en Valencia comentan que sus hijos sufren episodios de pesadillas o terrores nocturnos. Sin embargo, hay que saber que ambas situaciones no son exactamente lo mismo.
Terrores nocturnos
Tienen lugar durante las últimas fases del sueño profundo, que suele ser en las primeras y últimas horas de sueño. El niño está despierto y dormido a la vez, gesticula, abre y cierra los ojos, grita o murmura, se queja y parece querer alejarse de algo que le asusta. Estos episodios pueden durar alrededor de unos 10 minutos o prolongarse durante más tiempo.
Las manifestaciones de un niño a otro son diferentes tanto en intensidad como en duración.
No se conocen a ciencia cierta las causas de estos terrores nocturnos y se cree que se deben a alteraciones del sistema nervioso, falta de sueño, sobreexcitación antes de marchar a la cama o recuerdos de acontecimientos acaecidos durante el día.
A la mañana siguiente el niño no recordará dichos episodios. Estos suelen asustar más a los padres que a los niños ya que ellos no son conscientes de haberlos tenido.
Pesadillas
Las pesadillas son sueños desagradables que se manifiestan durante la fase REM del sueño. Es decir, en las fases más tardías del sueño. Un niño no es capaz de discernir la realidad de la pesadilla hasta haber cumplido los dos años.
Las pesadillas suelen estar relacionadas con episodios de la vida real que han impresionado al niño: una riña o discusión, gritos, una imagen desagradable, la llegada de un nuevo canguro o la marcha de papá o mamá.
En primer lugar hay que tranquilizar al niño y hacerle entender que se trata de un sueño. Hay que procurar darle la importancia justa al hecho, sin darle demasiada importancia pero tampoco infravalorándola. Hay que tener en cuenta que el miedo que siente el niño es real, está asustado y hay que ayudarle a superar la situación.
Lo mejor es quedarse con él hasta que se vuelva a dormir, haciendo que se sienta seguro y protegido.
Las pesadillas están asociadas a los cambios. El paso a la guardería supone un cambio y por tanto puede ser causa de que los primeros días el niño se despierte sobresaltado o agitado. Sin embargo, al poco tiempo, los niños que acuden a centros infantiles, guarderías o jardines de infancia, han interiorizado esta situación, la asumen y deja de ser algo novedoso, desconocido o que produzca temor. En su lugar el niño encuentra un espacio en el que interactuar y divertirse jugando y aprendiendo con otros niños de su edad.
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